Flexibilidad & Adaptabilidad en nuestro mundo cristiano

Poder en Linea y sus podcast fueron de los primeros sites cristianos que llamaron mi atencion, por LA FORMA y LA MANERA en que esta pareja de esposos vivian el cristianismo. Estas cualidades hicieron que fuera unos de mis sitios preferidos.

Ahora una nueva etapa de cambios profundos ha llegado a sus vidas y aplaudo la manera tan honesta y transparente como hicieron pública su despedida a su iglesia.

Los cambios son duros, pero necesarios.

September 2, 2008 a las 10:26 am por Carlos González

No voy a extenderme mucho esta vez. Hasta hace poco participé junto con mi esposa Akire en una iglesia local de aquí en Xalapa, Veracruz; lugar donde trabajé como director del ministerio de niños, además de cumplir ciertas funciones de oficina, la asistencia al pastor, desarrollo de boletines, desarrollo de medios, grabación y duplicación de conferencias, atención a grupos pequeños, asistimos un tiempo al director de jóvenes, tuvimos un grupo pequeño en casa y otras cosas que iban saliendo. Estuvimos al rededor de dos años y cuatro meses allí. Aunque desde el principio encontramos mucha renuencia en una parte del liderazgo para que implementáramos nuestro trabajo y desde hace poco más de un año veíamos inminente nuestra salida, fue desde hace unos pocos meses que comenzamos a hacer maletas; no porque quisiéramos salir de allí, sino porque las diferencias entre el liderazgo y nosotros ya eran muy amplias.

Como todos los lectores de este blog saben, no somos cristianos del tipo tradicional, que vistan con faldas largas, lleven grandes biblias Reina-Valera 60 en las manos, digan “amén” tras de cada “declaración profética”, confíen en cualquier “apóstol” que llegue con “nuevas revelaciones”, que empuje a la gente por la frente para que caiga hacia atrás, etc. Somos cristianos que leemos, que estudiamos, que analizamos todo reteniendo lo bueno y desechando lo malo, que no creemos firmemente en lo que cualquier maestro dice sólo porque lo dice y que no tenemos miedo de afirmar públicamente nuestras posturas políticas, teológicas, culturales y triviales incluso, porque creemos en el libre albedrío y en que cada cosa que es jusgada ante la Palabra de Dios y con una conciencia clara es lícita (aunque no todo nos conviene). Creemos que también hay personas de criterio corto, mucho miedo al conocimiento, conciencia angosta o que creen ciegamente en lo que cualquiera enseña (no hablo de la iglesia de donde salimos, si no de la iglesia cristiana en general) y que por ello no debemos andar por allí contradiciendo lo que ellos han creído, para cuidar los términos de sus convicciones y su conciencia. Así fue como vivimos estos dos años y medio, esperando ayudar, además, a algunos pocos jóvenes que se sentían relegados, según sus palabras, en reglas confusas, actitudes contradictorias y religiosismos incomprensibles. Siempre pedimos cautela y que fueran fieles a su grupo, pero que se buscara en orden la transformación de sus espacios en algo más abierto a conocer la aplicación práctica de la escritura.

Lamentablemente, al odre viejo no le cabe el vino nuevo y los vestidos antiguos no pueden ser remendados con parches de tela más reciente. Nosotros, el parche nuevo, el vino menos añejo, teníamos nuestros días contados desde que entramos.

Allí hallamos amigos, personas que actualmente siguen siendo parte de nuestras vidas de manera tan firme como lo es un marcapasos de quien lo requiere. Algunas personas prefirieron olvidarse de nosotros con galantes gestos, dando pie a la impresión de que “aquí no pasa nada”, y no nos volvieron a buscar. Otros, antes declarados amigos, hermanos de causa, compadres de juerga, compañeros de aventura, la crema del café y audífonos del iPod, de manera extraña usaron nuestras reprensiones en amor, advertencias, avisos y atenciones como testimonios de opresión, de abuso y de engaño para poder testificar contra nosotros en una nube de testimonios de esas que salen siempre que uno abandona una iglesia. Siempre hay amigos que “dan la espalda justo a tiempo”.

No nos quedamos solos, no salimos por la fuerza, salimos por decisión nuestra y aunque anticipadamente, porque estábamos esperando un poco más de tiempo para ello, pero dentro de nuestros planes, que son hechos como parte del plan mayor de Dios. El centro cristiano donde estuvimos no es un templo malvado, o una iglesia sin amor, no es un lugar sin fe o falto de “sana doctrina”, ni tiene pastores malignos que quieran conquistar el mundo cuales “Pinky y Cerebro”. Aun tenemos a nuestros más fieles y entrañables amigos, mismos que comparten las mismas diferencias que nosotros tuvimos con su iglesia pero que sabiamente no nos siguen hacia fuera, porque esto de salir de una iglesia es cosa peligrosa, digna de todo un post de esos largos para después.

No estamos heridos, ni dolidos, ni nos falta sueño, ni requerimos oraciones de restauración; gracias por preguntar. No, tampoco nos sacó algún pecado oculto, ni me hallaron en malos pasos, ni somos de los que se estacionan en doble fila en avenidas de tres carriles en horas pico bloqueando el tránsito vehicular por más de 20 minutos para recoger a nuestra hijas de la escuela, ni tengo videos metafísicos como The Secret en mi casa, ni creo que la ley de la atracción es una versión secular de “todo lo que declares os será hecho”, ni nada por el estilo. Quizá la mayor diferencia es que leemos libros como Harry Potter por considerar exageradas las declaraciones en contra o preferimos una teología práctica aplicada que una teología de principios fundamentalistas tradicionales.

Esto detiene muchos planes o los retrasa. Retrasa el Pray & Blogs que estábamos por tener en Xalapa, retrasa el lanzamiento de +1 [Uno Positivo] y reduce mi lista de invitados a mi fiesta de cumpleaños (y nos deja más pastel, ¿verdad Jazz?). Sin embargo no cambia nada, nos ha dado más tiempo, aumentado el trabajo, creado espacios para tener más esparcimiento como familia y ha dado el tiempo para retomar algunos planes postergados, como los que teníamos antes de entrar al Centro Cristiano donde estuvimos.

Los cambios son duros, pero necesarios. No son fáciles, pero son indispensables. Mucha gente cambia inecesariamente por falta de crecimiento o duda en cambiar por la misma causa o por simple conformismo. Sin embargo, esto es algo bueno y quería compartirlo, ahora que han pasado tres semanas exactas de sucedido.

Gracias a Dios por la iglesia donde estuvimos dos años y medio y gracias a Dios por la oportunidad de volar.

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